2 Corintios 9.7
(RVR) Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.
(TLA) Cada uno debe dar según crea que deba hacerlo. No tenemos que dar con tristeza ni por obligación. ¡Dios ama al que da con alegría!
Es una importante verdad sobre la forma en que deberíamos dar a Dios y a los demás. Esta idea resuena en varios contextos en la Biblia.
La frase "no con tristeza, ni por necesidad" enfatiza que la actitud de dar debe surgir de una motivación interna y no ser impuesta o realizada por obligación. La generosidad debe fluir de un corazón alegre y dispuesto, reconociendo que todo lo que tenemos es un regalo de Dios y, por lo tanto, deberíamos compartirlo con alegría.
El versículo aclara que Dios "ama al dador alegre", lo cual implica que Dios valora más la actitud detrás de la ofrenda que la cantidad donada. Esta dinámica sugiere que el dar puede ser una forma de adoración, reflejando amor y gratitud hacia Dios.
La generosidad se compara con la agricultura, donde se siembra para ver frutos en el futuro. Al dar con alegría y generosidad, no solo se honra a Dios, sino que también se activa una promesa de bendición; así, "el que siembra escasamente, escasamente cosechará".
La instrucción de dar “como propuso en su corazón” reconoce que cada persona tiene diferentes capacidades y situaciones. Esto convierte el acto de dar en algo personal y significativo, que debe llevarse a cabo con reflexión y alegría, no como un peso.
También es parte de la formación del carácter del cristiano verdadero, apelando a la responsabilidad personal del discípulo de Cristo.
Pablo escribió este pasaje a la iglesia en Corinto mientras instaba a sus miembros a ayudar a otros cristianos en necesidad, recordando así que el acto de dar debe ser en un espíritu de amor y comunidad.
La genuina generosidad surge de un deseo de ayudar y servir, reflejando así el corazón de Dios hacia nosotros.
Nos invita a revisar nuestras motivaciones al dar y a transformar nuestras acciones en actos de alegría y amor, lo cual no solo honra a Dios, sino que también edifica nuestra comunidad y nuestras propias vidas espirituales. El verdadero espíritu de dar es aquel que proviene del corazón y está impregnado de gratitud hacia todo lo que Dios ha hecho por nosotros.
- La ofrenda es una decisión personal y no una obligación.
- Hay quienes hacen las cosas quejándose. Nosotros no.
- La alegría libera bendición de Dios.