S. Juan 4.36
(RVR) Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega.
Tiene un profundo significado en el contexto del ministerio de Jesús y la expansión del Reino de Dios. Este pasaje se encuentra en el marco de la conversación que Jesús tuvo con la mujer samaritana y la posterior reacción de los samaritanos hacia él, destacando el importante papel tanto del sembrador como del segador en la obra de evangelización.
Jesús usa la metáfora de la agricultura para referirse al trabajo del evangelio. El sembrador, que suele ser el que planta las semillas de la verdad, representa a aquellos que comparten el mensaje de Dios, mientras que el segador es quien recoge los frutos de ese ministerio, es decir, aquellos que reciben la salvación.
Al decir que "el que siega recibe salario", Jesús enfatiza que hay una recompensa espiritual asociada con el trabajo de salvar almas. Este "salario" no es únicamente material, sino que implica un gozo y un fruto que resultan en la vida eterna para aquellos que son conducidos a la fe.
La mención de que "el que siembra y el que siega se gocen juntos" sugiere que, aunque el trabajo puede ser diferente, ambos tienen razones para alegrarse por el resultado. En la misión de Jesús, tanto él como los discípulos están trabajando en la cosecha de almas, y esta labor es un motivo de alegría colectiva. La colaboración en la evangelización se convierte en una fuente de alegría tanto para quien siembra como para quien cosecha.
Jesús se dirige a sus discípulos después de su conversación con la mujer samaritana. A través de esta interacción, se señala que la salvación no es exclusiva para los judíos, sino que se extiende a los samaritanos y, por ende, a toda la humanidad. Esto marcó un cambio radical en la percepción del evangelio entre los seguidores de Cristo.
En este sentido, la misión de los discípulos está motivada por la urgencia de aprovechar el tiempo disponible para alcanzar a aquellos que están listos para recibir el evangelio. Jesús les indica que "ya están blancos para la siega", sugiriendo que la necesidad de llevar el mensaje es inmediata y que hay personas que están listas para recibirlo.
Encapsula la esencia de la labor evangelística: tanto el sembrador como el segador son partes vitales del proceso, y ambos se benefician del gozo que trae la salvación. Al partir de esta afirmación, Jesús invita a sus discípulos a lanzarse a la cosecha con la certeza de que su trabajo cuenta y tiene un propósito eterno.
Estas reflexiones nos enseñan no solo sobre la labor de los discípulos, sino también sobre cómo cada uno de nosotros puede participar en la expansión del Reino de Dios, recordando que cada semilla (plantar) y cada fruto (cosechar) son motivo de celebración.
- En el proceso comercial nunca depende de nosotros solos.
- Un buen negocio tiene que ser bueno tanto para el que compra como para el que vende.
- Agradecemos con alegría por todo lo que han hecho otros por nosotros.
- De alguna manera recompensemos a los que invirtieron en nosotros.