Semana 47


Romanos 12.1

(RVR) Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.

(TLA) Por eso, hermanos míos, ya que Dios es tan bueno con ustedes, les ruego que dediquen toda su vida a servirle y a hacer todo lo que a él le agrada. Así es como se le debe adorar.

 

Esta frase encapsula la esencia de lo que significa ser un cristiano comprometido y la manera en que debemos acercarnos a Dios.

El concepto de presentar nuestros cuerpos como un "sacrificio vivo" implica una entrega total y consciente de uno mismo a Dios, en un acto de adoración activa. Pablo contrasta esta idea con los sacrificios del Antiguo Testamento, donde se ofrecían animales muertos. Aquí, el sacrificio se convierte en un acto continuo de vida y servicio a Dios, en lugar de un acto pasivo y único. Además, al referirse a los cuerpos, Pablo no se está limitando únicamente a lo físico; esta entrega debe abarcar todo el ser del individuo, incluidas las acciones, pensamientos y deseos.

Pablo basa su ruego en "las misericordias de Dios", lo que significa que nuestras motivaciones para vivir así deben ser fundamentadas en la gracia y la bondad que hemos recibido de Dios. Él ha provisto redención y transformación, lo que significa que nuestra respuesta debe ser vivir de acuerdo a esa nueva identidad. Esta forma de vida no es solo un deber, sino un culto racional, lo que implica que tiene sentido y corresponde a la razón, dado lo que Cristo ha hecho por nosotros.

La transformación del creyente

Además, Romanos 12:2 continúa explicando que no debemos conformarnos a este mundo, sino que debemos transformarnos mediante la renovación de nuestra mente. Esto sugiere que el desarrollo espiritual implica un cambio de perspectiva y una vida que no se ajusta a las normas culturales o mundanas, sino que sigue la dirección del Espíritu Santo y la Palabra de Dios.

El sacrificio vivo también se manifiesta en nuestra relación con otros. Al presentarnos como sacrificio, ello involucra vivir no solo para uno mismo, sino para el bienestar de los demás dentro del cuerpo de Cristo. Esto puede implicar servicio, amor y acciones que reflejan el carácter de Cristo.

En resumen, el llamado a ser un sacrificio vivo es un modelo de vida que va más allá del simplemente evitar el pecado; es un compromiso activo de vivir en y para Jesucristo, lo que resulta en una vida que honra a Dios y beneficia Dios y a los demás.

 


  1. La mejor ofrenda somos nosotros mismos. El Señor espera lo mejor de ti. 
  2. El dinero es lo obtenido de nuestro tiempo, esfuerzo y trabajo.
  3. No existe vida secular y servir a Dios. Somos cristianos que servimos 24/7.
  4. Haz una ofrenda especial, diferente a lo habitual o que nunca hiciste.
     

“El principio de locura es: seguir haciendo lo mismo y esperar un resultado diferente”.